sábado, 23 de julio de 2011

Alicia en el país de chingate otra...

Hay quién da con una mano lo que quita con la otra. En este momento en Aguascalientes (ciudad donde radico) en el corazón del centro histórico de la ciudad existe un grupo de personas que vienen de otro estado y pusieron sus puestos de libros pirata. Esto representa varios problemas, pero vamos por partes. El primero es que estos comerciantes ambulantes, que por lo demás están operando con permisos expresos de la ley, están situados en La Calle del Codo, una calle con una vida propia donde habítan toda clase de foros culturales, en un extremo de la calle, los cafés, el jazz, las librerías y del otro, La Casa de la Cultura. Sin duda un lugar ideal para comerciar libros, ahí está el público. La Asociación de Librerías de Aguasclaientes en múltiples ocasiones se a presentado a solicitar ese espacio para efectuar eventos culturales y promover la lectura: Se les ha negado categóricamente. Eso es un problema, yo no comparto la xenofóbia de muchos que de lo que se quejan es que estos comerciantes sean de México o de Guadalajara, no, a mí eso me vale madre. No le des a los de fuera lo que le niegas a los tuyos, ese dinero que cambiará de manos, partirá de aquí, no hay flujo económico y que hueva seguir hablando de eso.


Pasemos al otro problema. Los libros que estas personas están comerciando son piratas. Eso es muy grave, puesto que como ya les dije, se presentaron ante la oficina correspondiente del Ayuntamiento, pagaron su licencia sin que nadie les dijera nada y nadie verificó que en efecto estuvieran comerciando lo que decían que iban a comerciar. Esos libros piratas no pagan derechos de autor y con ello pierden los escritores, las editoriales, bla bla bla. Los precios por demás bajan y eliminan la competencia, promueven que la gente que tiene negocios establecidos tenga pérdidas significativas por el tiempo que permanezcan estas personas.


Tercer problema; La Asociasión de Librerías... por medio del presidente Cesar Diz y algunos de los dueños de las librerías asociadas (Rayuela, Termapolis, Bibliofília, etc.) se presentaron ante el Ayuntamiento y levantaron una denuncia al respecto el pasado 18. Tomaron fotos, video y presentaron evidencias: A sí, sí, claro que es un delito -decían las autoridades- mañana mismo pondremos manos a la obra... tic tac, tic tac. Y los días están contando y estas personas siguen vendiendo.


El cuarto problema no es en realidad un problema sino una queja de mi parte para con Cesar: ¿por qué puta madre hicieron esa edición del nabo con musiquita de los Tigres del Norte cabrón en el video que subieron a YouTube?


Retomo la poca seriedad que me caracteriza; En verdad es absurdo el tamaño de estupideces en las que caen y recaen nuestras autoridades. Están en su cara vendiendo piratería literaria, a un costado de La Casa de la Cultura, a menos de 400 metros del Palacio de Gobierno y de la Presidencia Municipal. La respuesta, la misma: LES VALE MADRE.

lunes, 18 de julio de 2011

Julio Cortázar - Cartas a los Jonquièrs



A Cortázar le tomó 33 años terminar esta, su última novela: Cartas a los Jonquièrs. No es una tomada de pelo, sé muy bien que este libro es una colección epistolar y no una novela, sin embargo al leerla uno comparte, durante esos 33 años de correspondencia, la historia de una amistad que nunca terminó.



Todo comienza cuando uno de los amigos –el mayor– deja su tierra para buscar nuevos horizontes. El dolor de la partida, la distancia, los recuerdos: su equipaje. Julio –el que se va– sumido en una depresión por los aconteceres políticos, la falta de recursos, la perdida de los amigos –muere Paco a quién tanto le gustaban sus historias– entiende que poco queda para él. Mientras Eduardo –el que se queda– promete alcanzarlo algún día. No es fácil, su esposa María y los pequeños Eduardo y Maricló le exigen su presencia. Son muchos los años que unen de amistad a estos dos aventureros y saben que son más los que les esperan, de tal suerte que no hay prisa, todavía tienen tiempo de estirar las piernas y matear un poco.



La epístola como rama de la literatura es poco usual, las erratas son otro género que dados sus orígenes indeterminados y marcados por el azar, construyen historias fantásticas según Borges. En este caso, las cartas de Julio a Eduardo, dada su constancia (tres al mes) nos dan la impresión de jugar un doble papel: el primero, ya se sabe, la carta que busca reducir las distancias y el segundo, un diario invaluable donde seguiremos paso a paso la construcción de todos los libros de este enormísimo Cronopio. Como uno a uno, van naciendo los cuentos de Final del Juego: Axolotl, Final del Juego, La puerta condenada, etc. El manual de instrucciones y sus desventuras italianas. Los Cronopios, bichos entrañables; en fin, todas las historias tienen un comienzo y esta no es la excepción. Vemos como un Julio cercano a los 40 y próximo a sus nupcias con Aurora, sigue llevando la vida de un mochilero de veinte años. Se compra una Vespa con la cual conoce París y se parte las costillas en un accidente del cual surge La noche boca arriba. Anécdotas como esa, pueblan las cartas que compartían el siempre joven escritor y su amigo pintor y poeta (así, separado). Conoceremos todas las dificultades económicas, su historia dentro de la UNESCO y la ONU, su breve paso por la CIA, pero sobre todo el arte. Sus viajes a Viena, Londres, Nueva Delhi, Roma, Río, Saignon, Kampala, Zihuatanejo, etc. Conoceremos a través de sus ojos las diversas colecciones de todas las galerías que visitó, que no son pocas y no es poco, era un gran conocedor. Sus lecturas cotidianas comentadas desde la intimidad (invaluables). Sus andanzas como escritor errático y sin sistema, despreocupado por sus publicaciones. Su amistad no sólo con Eduardo sino con personajes como Octavio Paz, Italo Calvino, Carlos Fuentes, Lezama Lima y un etc., muy largo.



La secuencia de estas cartas, nos permiten reconstruir su vida dada su continuidad extraordinaria. No podemos olvidar que estamos hablando de uno de los escritores más complejos y elaborados de la historia de la literatura, con lo cual, la belleza, la capacidad estética de sus cartas, deslumbra, sobrecoge. Demuestra que las cartas (hoy destinadas al olvido por los medios electrónicos) eran una muestra más de afecto, no sólo por su contenido, sino por el tiempo y la preparación que conllevaban. No se sentaba a escribir y ya. Algunas de sus cartas le tomaba tres días escribirla, dejaba que las palabras estiraran las piernas, que echaran raíz en la dermis de sus dedos, para que en efecto cumplieran su cometido cabalmente: comunicar la tristeza del vacío que deja el destinatario y –en la medida de lo posible– engañarla un poco.



La música por díos, no hay nada de Cortázar donde no surjan los grandes cronopios Lou, Miles, Areta, Charlie, este último todos sabemos que le mereció una admiración particular al grado de dedicarle uno de sus más grandes cuentos, en extensión y perfección. Somos testigos de ese nacimiento que todos conocemos como: El Perseguidor.



El cine también está presente, desde La Strada de Fellini hasta Help! de los muchachitos estos de Liverpool.Como verán, dentro de las más de 500 páginas de este libro encontrarán por encima de cualquier cosa, una historia de amistad extraordinaria, unida por los años y años de confidencias revelando lo que para la mayoría era una sospecha y que ahora brilla como sol: Cortázar era una persona extraordinariamente sensible, un amigo inigualable y un escritor único. ¿Con qué me quedo? Con todo, pero si tengo que escoger un momento, una carta o una línea, dentro de este hermoso juego del destino y del tiempo que nos permite seguir leyendo textos nuevos de Cortázar a más de 20 años de su muerte elijo ésta, la última línea de la última carta, que ya no resulta parte de un diálogo íntimo entre dos amigos que ya no están, sino la contundencia inexpugnable de su eterna presencia, una línea a todos sus lectores, a todos los que seguimos esperando, siempre y para siempre, otra línea de este enormísimo Cronopio: Nos vemos apenas yo regrese. Un abrazo muy fuerte, Julio.

martes, 12 de julio de 2011

Algunas reflexiones...

He estado un tanto reflexivo desde hace unos días y la verdad, no he podido sacar de mi mente una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en el espacio inmemorial de mi juventud. Todo esto surge de una serie de preguntas en las que me vi envuelto… fue como si de pronto todo el deshilado de mi vida cobrara una repentina y hambrienta animosidad, dando lugar a la reconstrucción de lo que fue mi existir y el modo en que se fue estructurando, para finalmente, dar pie al edificio que es, que soy. Tal vez tenga razón aquel científico que afirmó que todos y cada uno de los momentos que acontecen en nuestras vidas se imprimen cuales huellas dactilares en todos los espacios de nuestras memorias y que llegado el momento resurgen con más fuerza… Posiblemente no tenga sentido, quizás sea sólo que de pronto me empiezo a sentir viejo y solo…
Es tan brutal la fuerza de este silencioso silencio, que quisiera brincar de cabeza contra la fría acera para al menos hacer algo de ruido… quizá la soledad no sea tan mala después de todo, cosa de acostumbrarse a la callada compañía de mis gritos que no gritan, que no callan. Mirar las paredes grises de ese cuarto que es mi alma, que es mi cuerpo, que es mi tumba ¡que soy! ¿qué soy? ¿qué es mi tumba? ¿qué es mi cuerpo? ¿qué es mi alma? ¿qué es mi cuarto? La desesperante desesperación de desconocer las cosas por las que uno vive, por las que uno muere. Esta gran nostalgia de la muerte que tengo, de pronto se esta enfermando de vida, de pronto me dice que en algún tiempo, en algún lugar, yo también reí… yo también viví. Que yo también supe ser feliz y desenfadado, líricamente hambriento de pasos, de senderos, de caminos. De lugares que condujeran a aventuras serpenteantes que procurarán escarpados horizontes, llenos de fantasías que originaran esa realidad que me aleje de mi fantasía de vivir, de mi ficticia vida, sin rechazo al dolor. ¿Por qué será que rechazamos el dolor? Tendrá que ser porque el dolor nos compromete a vivir. Y no podemos alejarnos ni un instante de él. Particularmente de un tiempo para acá, he sentido mayor contacto con un nuevo y extraño amigo. Quizá esta amistad surja de la perdida, del desprendimiento, de la aceptación… Muchas mentes brillantes han lucubrado ya estas mismas palabras, los mismos sentimientos, las mismas sensaciones. ¿Qué nos hace diferentes? Finalmente nada. Humanos al final de cuentas, humanos que se descubren vivos. El mundo ha sido creado por el dolor; no por Dios no por el Diablo: por el dolor. El dolor es por principio el demiurgo del mundo. Que cobardía huir de tan preciado anfitrión. Que egoísmo no poder ofrecer otra cosa que nuestra fría espalda. Se podrá –quizá– cerrar los ojos para no verle más. Empero, no seriamos otra cosa que necios, necios en el centro del planeta que cavilan que mutilando sus ojos desaparecerán el mundo, el mismo que Henry Miller consideraba como un cáncer que se devora a sí mismo. Un caníbal.

lunes, 4 de julio de 2011

Cesar Vallejo - Los Heraldos Negros



Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!