lunes, 21 de febrero de 2011

Los espejos...

Una mujer se detuvo delante de dos espejos encontrados y de pronto, apareció frente a mí, una humanidad completa. Al saber esto, la mujer no pudo con el peso de la historia y se desmoronó de tristeza. Entonces comprendí que con la caída de una mujer, caería la humanidad entera. Los espejos resultan ser –detrás de toda visión poética- esa gran ventana que nos permite mirar, sin obstáculos, a esa gigantesca calle, llamada Progreso.

Es suficiente con ponerse delante de él, para darnos cuenta de todo lo repulsivo que hay en esta idea. Borges dice: Los espejos y la copulación son abominables porque multiplican el número de hombres. ¿Alguien tiene algo que añadir? Si te paras frente a un espejo el suficiente tiempo, comenzarás a desconocer tu propio rostro, siendo lo más apropiado decir, que comenzarías a conocer tu propio rostro, tu naturaleza recóndita y súbita. Verás cosas desconocidas y no siempre gratas, que te conducirán a profundas reflexiones gesticulantes y ficticias. Solipsismos irremediables. Los espejos solamente saben caminos que llevan a los pies de una estatua asesinada, ensangrentada de su sombra. Los espejos son gigantes atrapados, que no saben lo que es el tiempo, ese enorme río que arrastra y desaparece todo lo que nace, ese lugar donde siempre, siempre, es hoy, donde el recuerdo del pasado se cohesiona con el falso futuro, en un grito de esperanza perdida.

De ser verdad que los ojos son la ventana del alma, necesariamente los espejos serán esa retorcida llave que abrirá de par en par dicha ventana. Debería de estar prohibido ver dentro del alma del hombre, así sea producto de un accidente axiomático y termodinámico. El alma es esa parte de nosotros que no debería ser alcanzada por ningún anhelo de trascendencia humana.

Si entendemos la poética idea que tenía Platón sobre el alma, veremos el por qué hay que impedir que salga de la cueva –que se llama cuerpo- donde se mantiene cautiva. Esconderla de la fútil idea de ser feliz. Hay que transformarse en el gran felón que, los políticamente correctos, esperan. Hay que sucumbir en el patíbulo de la moral.

Pretender que el alma, se rija por la moral, es condenarla a la razón humana, a esa tremenda divagación, a esa fórmula lingüística, a ese sofisma inquebrantable. La Moral y el Alma juntas, sería como juntar a Dios y el Diablo en una incestuosa relación, sometida a artificios lógicos demostrables, tesis y antítesis huérfanas de síntesis: la vacuidad.

El alma, la moral y la razón, partes oscuras y desconocidas a las que no debe tener acceso los sentimientos del hombre. Edificaría monumentos insoslayables a su vanidad y su ego. Demonios humanos que nos han llevado a rebasar horizontes, tal vez, demasiado lejanos. A caminar sobre ambiciones desmedidas, con los ojos abiertos y la mente cerrada, haciéndose siempre la pregunta equivocada: puedo en lugar de debo. Pavimentaron sus caminos, solidificando sus impenetrables pensamientos, sus positivismos y pragmatismos, sus marxismos, sus retóricas teológicas, sus evolucionismos, castrando y castrando, inventando y retorciendo, destruyendo y removiendo. Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficiente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible… (JLB) Ante espectáculos de ese tipo, no nos queda más que gritar: Alma mía no te mires en ese espejo de progreso y soledad.

sábado, 12 de febrero de 2011

The Black Swan


Pues nada, yo sigo con mi cinegula y quiero adelantar mi pronóstico para los Oscar. Ya se que más de uno me va a venir a decir que el Oscar es uno de los premios más manoceados, con lo que no estarían diciendo mucho. Claro que la Academia ha dejado de lado a gente como Kubrick y Hitchcock, entre tantos, que las injusticias se dan en cada entrega y que seguro ésta no será la excepción. Pero esos desaguisados también son, en cierta forma, culpa nuestra, por no entender que los Oscar no premian el cine ni su calidad, sino la industria que lo permite y es en ese sentido cuando todo toma un poco de eso precisamente, de sentido.




El Cisne Negro es la historia de Nina (Natalie Portman), una bailarina dedicada y comprometida, que lucha por obtener el papel de la reina cisne, en el Lago de los Cisnes, que tiene que atravesar por muchas desventuras en el proceso. Un Thriller psicológico como sólo Darren Aronofsky puede hacerlo. Yo me declaro abiertamente fan de Aronofsky, aunque debo confesar que lamento que se esté alejando tanto del cine que lo vio nacer. Películas como Pi: el orden del caos y Requiem por un sueño, me hacían pensar en un Lynch con una narrativa visual más audaz, que ya es mucho decir. Y si bien su película The Fontein, fue una decepción terrible, con The Wrestler regresó al cine de enorme propuesta, rescatando al gran Mickey Rourke del olvido. Este ciclo de cine, digamos de orden más serio, carente de esa vertiginosa edición que lo marcó, es digno de un gran cineasta. Dueño de una visión única, capaz de llevarnos a meternos dentro de las imágenes. Una muestra del talento visual -y que para muchos pasa desapercibida- se da precisamente en el Cisne Negro, pongan particular atención en todas las escenas donde Portman esta en el estudio ensayando, y vean como, con cámara en mano, Aronofsky, la sigue en sus giros impecables en un cuarto lleno de espejos y nunca, jamás, verán el reflejo de la cámara; todo si cortes de edición por supuesto, sin CGI ni nada por el estilo.




Si no hay sorpresas, esta película ganará el Oscar, siendo quizá su más cercana competidora Toy Story 3 y El Discurso del Rey. Darren Aronofsky por su lado, también merece el premio a mejor director, igual que Portman como Actriz Protagónica. Aprovecho para quejarme abiertamente de la bola de idiotas que se quejan de que la Portman no hizo todas las secuencias de baile. En mi vida he intentado -afortunadamente para todos- bailar Ballet, pero me alcanza el cerebro para entender que es una disciplina complejísima que no se va a dominar en un año o dos, así que el hecho de que una bailarina profesional esté haciendo las tomas del baile final no me molesta. Espero que esa bola de idiotas que se quejan de eso, también lo hagan cuando un actor salga en una película sobre alpinismo y no esté escalando montañas de verdad... mmm, ahora que lo pienso, Harrison Ford no es un Arqueólogo y ET no existe, Lucas no filmó sus películas en el espacio y todos los demás ejemplos que se les ocurran bola de pendejos, a ver si se buscan una vida relacionada con las telenovelas de Televisa, ya que se ve que no tienen la más mínima idea de lo que es el cine. Llevensela leve.

sábado, 5 de febrero de 2011

La ciudad de las luces - Le concert

Por alguna razón que desconozco, pero que agradezco, mi cinegula ha vuelto. Hacía unos meses que poco cine me había sentado a ver, fuera de mi semana Lynchezca -que por el número de entradas que sigue teniendo veo que fue un éxito- poco o nada había visto, y justo hace un par de semanas, David Lynch cumplió 65 años y pensé en escribir algo al respecto, pero dada la cercanía de mi anterior entrada sobre Mullholland Drive y que me encontré con ese texto tan cómico -al menos para mí, dadas las circunstancias en que lo escribí, hace muchos años-, pues decidí compartirlo con ustedes en lugar de escribir otra vez sobre éste director que tanto admiro. Pero estas semanas he visto mucho cine, de todo tipo, incluso me senté a ver películas que no me atrevo a confesar en público, pero también tuve la oportunidad de ver todas las peliculas nominadas al Golden Globe por película extranjera y ahora estoy haciendo lo mismo con las nomindas al Oscar, referente a eso, estoy reservando una entrada para, llegado el momento de la entrega, hablarles de la película que SI debió representarnos en los premios de la Academia y no esa chingadera que está de Gónzales Iñarritu. En fin, el caso es que me la he pasado sentado frente a mi tele y quiero comentar dos películas: La ciudad de las luces y Le concert.


La ciudad de las luces, está cumpliendo 80 años y no sólo son 8 décadas de una película grandiosa, sino del paso de un universo cinematográfico que ha desprendido todo el cine mudo. Cuando uno se sienta a ver las películas de Chaplin o Buster Keaton, dos de los más grandes cómicos de la historia, junto con Cantinflas (México), Marceu (Francia) y Toto (Italia), es imposible imaginar cosas tan grandiosas como Lo que el viento se llevó, Casablanca, Dr. Shivago, 2001: Odisea del espacio, El Padrino, y tantas más que han hecho del celuloide uno de las muestras artísticas más solicitadas y admiradas por la mayor cantidad de gente.

Esta película (La ciudad de las luces, 1931) es sin lugar a dudas, una de las películas más bellamente dirigidas de la historia, Chaplin hace un uso magistral de las luces, la cámara, la dirección. La perfección es lo que se buscaba, se sabe que la escena donde la florista lo confunde con el millonario, se grabó cientos de veces. Imaginen lo que costaba en aquel entonces detener durante horas un set entero, con extras, técnicos, los autos, todo porque Chaplin improvisaba, e improvisaba, una y otra vez, porque no quedaba contento con el resultado, y resulta obvio, ¿cómo hacer que el espectador entienda que una mujer ciega puede confundir a un vagabundo con un millonario? Hasta que se dio la luz con la escena donde el empieza a abordar todos los autos detenidos por el tráfico y cuando azota la puerta del coche para llegar a la acera, la florista lo confunde con el dueño del coche y le ofrece una flor... que escena tan hermosa. Toda la película es conmovedora, cuando vemos todo lo que tiene que hacer Charlotte por aquella mujer, no podemos sino llorar a lágrima tendida. Y esa escena final, donde él acaba de salir de prisión y es apedreado por unos niños y la florista, que ahora puede ver, va en su rescate y le ofrece una moneda... ¡¡¡carajo!!! ver a Charlotte queriendo escapar porque el sí sabe quién es ella y ella que lo ve por primera vez sin conocerlo, hago un parentessis, y es que esto es importante, porque en ese momento, todos estamos descubriendo a Chaplin también, a través de ella, todos somos participes de ver por primera vez, uno de los rostros más famosos de la historia de celuloide, ella se acerca y lo toma de las manos para darle la moneda y entonces lo reconoce, ah, que maravilla, su mirada fija en él, y Charlotte sonriente le dice: can you see know? esa frase que culmina y resume todo, porque no sólo se refiere a que si ahora puede ver con los ojos, sino que si ahora puede ver todo lo que él ha pasado por ayudarla, puesto que en ese momento Charlotte esta peor que cuando la conoció. Que hermosa película, me ha hecho llorar otra vez, y con ella me senté a ver, El Chico, Tiempos Modernos y todo cuanto tengo de Chaplin. Les comparto el momento donde se conocen para los que no la hayan visto:






La otra película que les quiero compartir es Le Concert, es una comedia ligera dirigida por Radu Mihaileanu, donde se nos muestra a toda una orquesta sinfónica que 30 años atras fueron declarados enemigos del estado y degradados a labores... digamos, menos artísticas. El director de la orquesta, que ahora es conserje del teatro principal de Moscu, mientras limpiaba la oficina del encargado del teatro, intercepta una invitación para dar un concierto en París. He aquí donde todo comienza: reunir a 50 músicos que no han ensayado, que digo ensayado, ni siquiera han tocado un instrumento en todos esos años, sacarlos de Rusia, llevarlos a París e interpretar uno de los más bellos conciertos para violín de Tchaicovski, todo en 2 semanas. Una gloria de comedia. De producción Rusia-Francia, con la participación de grandes actores, entre los que destacan Mélani Laurent, quién interpretara a Shoshanna en Inglorius Bastards. En verdad, es una película para no perderse y no hablo más porque ya me extendí demasiado, mejor los invito a ver estas dos glorias y que me comenten sus impresiones. Llevensela leve.