jueves, 18 de abril de 2013

La crítica de la crítica

¿De dónde surge la necesidad de dar nuestra opinión? La respuesta inmediata es de nuestra naturaleza social. Nada más efectivo para integrase a un grupo que dar nuestra opinión. Es recomendable eso sí, acercarse a grupos que compartan nuestra opinión para que ésta se legitime por si misma. A falta de argumentos: Simpatizantes. Es muy común la palabra escrita dentro del lector habitual, pareciera una consecuencia natural e inevitable que quien dedica su tiempo a la lectura, pasará del cómodo sillón de sus reflexiones a la máquina de escribir. No sé si la crítica sea la forma más habitual de la palabra escrita pero sin duda lo es de su expresión oral. Todo mundo tenemos una y enaltecemos la equivoca consiga de que: Todos tenemos derecho a darla. Nada más falso dirá el médico a la paciente ofendida que clama por una segunda opinión: diagnósticos-peras, opiniones-manzanas.
Si uno buscara opiniones las podría conseguir apenas abra la boca. Las opiniones se alimentan de aire y son más resistentes que las bacterias, mutan más rápido y se multiplican con mayor velocidad. Mera doxa sin sentido diría un griego enfundado en su sábana y su arrogancia conocida. Pero ¿cuál es el camino que tomó la opinión para acender escalones en el organigrama lingüístico y convertirse en Crítica? ¿Fue largo, espinoso,  intrincado, o simplemente no hubo camino? Acumularon opiniones como piezas de Lego hasta construir una Babel imposible de evitar en el horizonte.
Lo más habitual que hay en las publicaciones periódicas, llámense revistas, panfletos, periódicos, es la Crítica. Viven de la Crítica, se alimentan de la Crítica, critican todo y en todas direcciones, siempre desde un púlpito de suficiencia cultural e intelectual. Se ha hecho de la Crítica una profesión honorable entre el gremio que cree -arrogantemente- que está protegiendo los intereses de sus lectores al decirles qué consumir y qué no, cuando lo único que hacen por decreto, es promover su opinión. La Crítica conlleva en sí misma un "status" de suficiencia, algunas veces bien respaldado, cuando quien la hace es frontal, congruente, medianamente objetivo (ya que siempre hay cierta parcialidad en la misma selección de tema). Nada hay más pobre que una Crítica que no es crítica sino mera opinión.
Es lamentable encontrar reseñas donde quien la hace comienza disculpándose: "es posible que esto le guste a muchos y a muchos no". ¡Vaya genio! La crítica cinematográfica, musical, literaria, están plagadas de éste tipo de afirmaciones vacías que no dicen nada. Justifican su opinión rellenando las páginas con pequeños listados biográficos para decirle al lector que sí saben de quien están hablando. Su tono raya en la súplica. Bien pudieron haber tenido una ventana abierta con wickipedia mientras escribían su "crítica". Datos, datos, datos, pero ningún argumento. La crítica debe ser sustentada y sí, sobre todo, audaz. De nada sirve un timorato que viene a decir cosas de una película que le gustó y se levantó con ganas de recomendarla.
El espacio crítico no es una mesa para compartir el café, es un lugar impecable e implacable. Un lugar donde habitan las ideas, los juicios, los diagnósticos y no las citas celebres de calendario ni las risitas inmamables de té. La Crítica tampoco es un librero donde puedas exhibir tus fetiches literarios. La crítica debe ser hecha por sujetos pensantes a los que les importe un carajo si estas de acuerdo con ellos y no por tipos que sobaquean los libros para mitigar sus inseguridades: Los asnos también pueden cargar libros.
Digo... es mi opinión.