Esta primera incursión que hago en la obra de Jorge Ibargüengoitia ha resultado ser sumamente satisfactoria y clarificante. Ya hacía tiempo me habían invitado insistentemente a meterme en el mundo irónico de esta suerte de contracrónicas de la Historia de México que escribe el oriundo de Guanajuato. La novela histórica mexicana -que huelga decir que en su totalidad parte de “Los de Abajo”, novela de Mariano Azuela- está marcada por la sangre, la muerte cruel, el desgarro; siempre aumentada o disminuida, falsa o verdadera, con el objeto de denunciar o proteger, pero toda ella envuelta en el afán historicista de la precisión de datos, fechas, personajes, lugares. Ibargüengoitia alejado de esa tradición, ficciona, remueve, tuerce, modifica. Él es un escritor no un historiador; narra, no reconstruye (aunque la reconstrucción histórica casi siempre es una narración), humoriza, ironiza. En suma, su obra es más literaria que periodística, más ficción que realidad.
Los Relampagos de Agosto (su primer novela) fue publicada en 1964. En esta historia, construida a partir del asesinato del Presidente electo Álvaro Obregón, que para objetos prácticos aquí se llama Marco Gonzáles, se nos presenta la traición que sufrieron un grupo de revolucionarios a manos de un gobierno vengativo y codicioso. Todos los personajes, las batallas, los sitios donde tuvieron lugar, han sido modificados a propósito ¿qué carajos importa si una batalla ocurrió en Chiconcuac o en Huejutla? El humor de esta narración que lleva bajo el siempre inamovible semblante de “ya valió madre” un personaje llamado Lupe, es maravilloso y genialmente sencillo mas nunca simple. En ocasiones parecerían las memorias de un borrachito que cuenta amargamente el día que su mujer lo mando a la chingada. En este caso no es un borracho sino un Comandante y no fue su vieja quien lo mando a la chingada sino su patria o lo que él así entiende. Carente de toda forma azotada de ver ese periodo revolucionario de nuestra historia, muestra y entretiene en menos de 140 páginas.
De narración fluida, la lectura nos atrapa desde sus primeras líneas. La relajada forma en que suceden las cosas, lejos de descafeinar los hechos, los remarca. Los personajes son plenamente reconocibles, ya en sus formas definidas, ya en sus diálogos audaces. Siempre un guiño descarado, igual que la novia que se presenta de negro ante el altar. Ibargüengoitia me ha resultado un escritor del cual estoy seguro no me voy a desprender. Es conservador en sus formas (cosa ajena a mí) pero eso no le resta su capacidad autocrítica. Es difícil encontrar gente que más allá de sus convicciones morales, sociales, religiosas, etc., tenga la capacidad de penetrar del tal forma en las morales envolventes de un pueblo y remarcar sus fallos, sus hipocresías alevosas, él afortunadamente, no está cortado con la misma tijera.
Los Relampagos de Agosto (su primer novela) fue publicada en 1964. En esta historia, construida a partir del asesinato del Presidente electo Álvaro Obregón, que para objetos prácticos aquí se llama Marco Gonzáles, se nos presenta la traición que sufrieron un grupo de revolucionarios a manos de un gobierno vengativo y codicioso. Todos los personajes, las batallas, los sitios donde tuvieron lugar, han sido modificados a propósito ¿qué carajos importa si una batalla ocurrió en Chiconcuac o en Huejutla? El humor de esta narración que lleva bajo el siempre inamovible semblante de “ya valió madre” un personaje llamado Lupe, es maravilloso y genialmente sencillo mas nunca simple. En ocasiones parecerían las memorias de un borrachito que cuenta amargamente el día que su mujer lo mando a la chingada. En este caso no es un borracho sino un Comandante y no fue su vieja quien lo mando a la chingada sino su patria o lo que él así entiende. Carente de toda forma azotada de ver ese periodo revolucionario de nuestra historia, muestra y entretiene en menos de 140 páginas.
De narración fluida, la lectura nos atrapa desde sus primeras líneas. La relajada forma en que suceden las cosas, lejos de descafeinar los hechos, los remarca. Los personajes son plenamente reconocibles, ya en sus formas definidas, ya en sus diálogos audaces. Siempre un guiño descarado, igual que la novia que se presenta de negro ante el altar. Ibargüengoitia me ha resultado un escritor del cual estoy seguro no me voy a desprender. Es conservador en sus formas (cosa ajena a mí) pero eso no le resta su capacidad autocrítica. Es difícil encontrar gente que más allá de sus convicciones morales, sociales, religiosas, etc., tenga la capacidad de penetrar del tal forma en las morales envolventes de un pueblo y remarcar sus fallos, sus hipocresías alevosas, él afortunadamente, no está cortado con la misma tijera.
2 comentarios:
Ahora te recomiendo "Las Muertas" y "Estas ruinas que ves". Y por favor, trata de cuidar más tu redacción; de esta manera te tomarán más en serio.
Atte: tu conciencia.
Gracias por los comentarios, estaré pendiente de los detalles. Después de leer este libro, leí Las Muertas y Maten al León, checaré Estas ruinas que ves.
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