Ahora que estamos metidos en la vorágine de la cultura “Light”, de las campañas que te invitan a “vivir bien”, ¿vivir bien? ¿Qué madres quiere decir eso? O sea que si no soy blanquito, delgado, alto, con voz imponente y miembro activo o adherente de jodido del PAN, o no sé… del club Rotario o de cualquier madre; no vivo bien. Si no compro la mayonesa baja en calorías, o la marca esa de agua embotellada que no tiene nada, ni sales ni sodio ni nada (en una de esas ya ni siquiera tiene AGUA), no vivo bien. No mamen. Todo este discurso, esta “demagogia” estupidizante, que no persigue otra cosa que uniformar los criterios de toda la bola de tarados que somos en el país (aclaro, México no es la excepción, esto pasa en todo el mundo, nada más que a mi, ahorita, me vale madre el mundo, lo que me importa es mi país). Pero claro, nadie puede salir a la calle a decir esto o escribirlo en un periódico o en cualquier pinche lado porque de inmediato te etiquetan, te señalan de pinche rijoso, izquierdista, y eso si te va bien porque en una de esas te encuentras con un católico, apostólico, romano, yunquísta y de manos limpias que de obradorista no te baja. Uno no puede pensar distinto porque de inmediato te dicen que todo es por tu culpa, el país esta jodido porque piensas diferente, y peor si fumas, ya ven que ahora los fumadores estamos por debajo de los leprosos o infestados en la cadena de indeseables, puta madre es que me caga que fumen a mi lado cuando estoy comiendo, pues si, pero a mí también me caga la madre que coman cuando estoy fumando y no les digo ni madres. ¡Ah! Pero esos cabrones de la Cámara de Diputados o del Senado de la República, no dejan de contaminar con sus pinches coches todo el día, y los de sus guaruras y sus pinches helicópteros, y sus toneladas de basura electoral. No mamen, puta invasión televisiva ya ni chingan, 24 millones de spots televisivos en su campaña, más de 3 mil millones de presupuesto y yo tengo que tomar agua pintada de sabor café en Sanborn’s porque es con refil y no más me alcanza para eso. Pero no lo olviden que con canderel. Lo Light es lo de hoy, bueno la neta es que es lo de siempre, pero a mi me vale madre, yo digo que es lo de hoy nada más por pinche arbitrario que soy.
El punto de este desmadre es muy simple, a mí pues de alguna u otra manera poco o nada me importan esas campañas mediáticas que pretenden castrarnos las conciencias con eslóganes optimistas y sumamente pretenciosos, porque una de las cosas que más me laten en la vida es comer. Venga todo lo grasoso, los tacos, nuestros deliciosos tamales, los pambazos, puta que rico, hasta esas madres gringas imitaciones de comida, digo nunca sobra una gigantesca y suculenta hamburguesa tapa arterias, o un perro caliente, caliente, caliente. Y todas esas madres. Pero ahora es cada vez más difícil comer rico sin que te vean feo, sin que te discriminen, sin que murmuren por lo bajo: “mira ese señor no pidió Coca-Cola Light”, o “mira, ese señor no se fija en los carbohidratos de lo que esta comprando” y así una serie de pendejadas que se me ocurren. Pinches retrogradas, toda la vida tragaron lo mismo y jamás, ¡jamás! Les hizo daño, pero como ahora sale en la tele el imbécil del chef Oropeza a decir que según las investigaciones del Doctor en nutrición, Hellman’s, o de la cremosita doctora Philadelphia, comer productos altos en calorías es dañino. No mamen neta saquen a ese wey de la tele, que bajo criterio moral tenemos, ese tarado tiene orgasmos con la cocina, las únicas dos veces que lo he visto (neta nada más lo he visto dos veces) se frotaba el pecho con un nabo o le hablaba al oído a una lechuga orejona, ¡guacala! Siento pena por los invitados que se tienen que tragar lo que prepara ese wey y todavía tienen que poner cara de que esta de poca madre, casi, casi, como los consomés de Doña Carmelita en el mercado de Bethoveen. Por amor al creador (lo que se entienda con esto es responsabilidad de quien lo lee, a quien lo escribe le importa un carajo), regresen a Chepina Peralta, esa doña si tenia criterio culinario y no se fajoneaba a los apios.
Pues bueno, el chiste de todo esto es que, esta onda Light ya llegó a la literatura, bueno, tal vez me pase de buena onda por llamar literatura a eso. El otro día estaba de ocioso leyendo una revista en la cual venía una lista de los 10 libros más vendidos en… no me acuerdo si Gonvill o Gandhi, como sea, el chiste es que en los primeros cuatro lugares esta la vieja esta de Stephenie Meyer, era de librerías Gandhi ya me acordé (la neta es que no me acordé, me paré por la revista). Su serie ésta de vampiros ¡pendejos! Esta vendiendo a lo imbécil, sus vampiros son los Potters de las pubertas. Ya se que la gente dice que leer es bueno sea lo que sea, y que no debería de exigir que leyeran, no sé… al que ustedes quieran, si porque si salgo con mi mamada de decir: “No pos’ lean al Borges, o al Baudelaire, o al Dostoievski, o al orgullo mexica, Don Octavio Paz…” la neta me van a comer vivo y van a salir con sus comentarios de: “¿Apoco tú si entiendes a Borges? Pinche escritorsucho wanna be, apoco tú si has leído a Dostoievski, pinche cazador-recolector” y la idea de todo esto no es que nos estemos midiendo los falos a ver quien la tiene más grande, y no y que yo y que tú, y que quién sabe que. El punto es que esas madres de “Crepúsculo” o el otro… como se llama… “Luna nueva” y esas cosas ni siquiera valen la pena para gastarse sus 200 o 300 varos, porque además los weyes de Alfaguara últimamente se están manchando con los precios, no ameritan el gasto de tiempo en abrirlo y leer ni la página legal. El pedo es que no manchen debo de aceptar que había ido con un padre a confesar una serie de pecadillos, muchos pecadillos y me dijo: “Hijo de Satanás, lujurioso, pecador y cuantos más insultos profanos se le ocurrieron en el momento, estas poseído por la mente diabólica del príncipe de las tinieblas y que me dicta una sentencia apocalíptica: te chutas los libros de esa vieja para la eternidad, en la madre y yo grite como niña exploradora en peligro: ¡¡¡¡¡NNNNOOOOOOOOO!!!!! Y luego ya me desperté. Me leí algunos fragmentos y me di cuenta que la idea de literatura que premia hoy en las aulas de toda secundaria y bachillerato y cuantos más santuarios de estrogenos, hormonas y feromonas haya, es este descarado engaño, este disfraz de historia vampírica que bajo los colmillos esconde a una escritora retrasada mental, que come cosas Light, para nutrir su cerebro Light, porque le interesa seguir escribiendo historias Light.
Como es posible que estemos consumiendo este tipo de “literatura” que no cubre ni los más ridículos estándares de calidad. Historias donde ya no es necesario esforzarse por imaginar el escenario o siquiera visualizarlo. Ya no hay compromiso ni juego, estos adolescentes no se han dado cuenta de que al sumergirse en esta dinámica se están vacunando contra las buenas letras. O creen ustedes acaso que alguien que mida sus pautas de calidad con el libro de “crepúsculo” algún día disfrutaría de “Rayuela” o de “Pedro Páramo” o “Cien años de soledad”… ni en un millón de años. Esta gente se esta yendo –sin percatarse siquiera- al lado oscuro de la fuerza. Y es que el compromiso que uno abordaba con los libros clásicos ya no existe. Bien conocida es la maldición de que todo mundo cita a los clásicos pero nadie realmente los lee, pero cuando llega alguien y le dice a estos jóvenes de 15 o 16 años: “Mira, imagínate que hay un chavo como tu, que le gusta una chica como la que te gusta a ti, que tiene los mismos pedos existenciales que tu tienes (padres ojetees que no te comprenden, no tienes el coche que te late y para acabarla de chingar eres virgen), y que va a una escuela como a la que tu vas, la única diferencia entre ese wey y tu… es que ese wey tiene colmillos y le late andar chupándosela a cualquiera que se deje”. Pues no mamen, cualquier retrograda se siente identificado con esa historia, si nada más porque en todos lados veo que la escritora es la Meyer esa, porque les juro que si me la cuentan en la calle, juro que es la nueva novela de Karla Estrada.
En fin, mis ociosos lectores, espero ustedes no estén atrapados por esa cultura Light que tanto nos esta jodiendo en todos los sentidos, que no se hayan dejado absorber por esa idea EMO-dializada y pendeja de ver la vida. Pero de los “emos” hablaré en otra ocasión, vaya a ser que hiera algunas susceptibilidades, ya ven que de todo se quieren morir los tarados estos. Pásenla chido, y si alguien tiene otra opinión sobre estos libros, no deje comentarios, seguramente ya esta impregnado de esta absurda idea de literatura y no me gusta perder mi tiempo leyendo sandeces como a ustedes, que leen estas pendejadas que escribo.
El punto de este desmadre es muy simple, a mí pues de alguna u otra manera poco o nada me importan esas campañas mediáticas que pretenden castrarnos las conciencias con eslóganes optimistas y sumamente pretenciosos, porque una de las cosas que más me laten en la vida es comer. Venga todo lo grasoso, los tacos, nuestros deliciosos tamales, los pambazos, puta que rico, hasta esas madres gringas imitaciones de comida, digo nunca sobra una gigantesca y suculenta hamburguesa tapa arterias, o un perro caliente, caliente, caliente. Y todas esas madres. Pero ahora es cada vez más difícil comer rico sin que te vean feo, sin que te discriminen, sin que murmuren por lo bajo: “mira ese señor no pidió Coca-Cola Light”, o “mira, ese señor no se fija en los carbohidratos de lo que esta comprando” y así una serie de pendejadas que se me ocurren. Pinches retrogradas, toda la vida tragaron lo mismo y jamás, ¡jamás! Les hizo daño, pero como ahora sale en la tele el imbécil del chef Oropeza a decir que según las investigaciones del Doctor en nutrición, Hellman’s, o de la cremosita doctora Philadelphia, comer productos altos en calorías es dañino. No mamen neta saquen a ese wey de la tele, que bajo criterio moral tenemos, ese tarado tiene orgasmos con la cocina, las únicas dos veces que lo he visto (neta nada más lo he visto dos veces) se frotaba el pecho con un nabo o le hablaba al oído a una lechuga orejona, ¡guacala! Siento pena por los invitados que se tienen que tragar lo que prepara ese wey y todavía tienen que poner cara de que esta de poca madre, casi, casi, como los consomés de Doña Carmelita en el mercado de Bethoveen. Por amor al creador (lo que se entienda con esto es responsabilidad de quien lo lee, a quien lo escribe le importa un carajo), regresen a Chepina Peralta, esa doña si tenia criterio culinario y no se fajoneaba a los apios.
Pues bueno, el chiste de todo esto es que, esta onda Light ya llegó a la literatura, bueno, tal vez me pase de buena onda por llamar literatura a eso. El otro día estaba de ocioso leyendo una revista en la cual venía una lista de los 10 libros más vendidos en… no me acuerdo si Gonvill o Gandhi, como sea, el chiste es que en los primeros cuatro lugares esta la vieja esta de Stephenie Meyer, era de librerías Gandhi ya me acordé (la neta es que no me acordé, me paré por la revista). Su serie ésta de vampiros ¡pendejos! Esta vendiendo a lo imbécil, sus vampiros son los Potters de las pubertas. Ya se que la gente dice que leer es bueno sea lo que sea, y que no debería de exigir que leyeran, no sé… al que ustedes quieran, si porque si salgo con mi mamada de decir: “No pos’ lean al Borges, o al Baudelaire, o al Dostoievski, o al orgullo mexica, Don Octavio Paz…” la neta me van a comer vivo y van a salir con sus comentarios de: “¿Apoco tú si entiendes a Borges? Pinche escritorsucho wanna be, apoco tú si has leído a Dostoievski, pinche cazador-recolector” y la idea de todo esto no es que nos estemos midiendo los falos a ver quien la tiene más grande, y no y que yo y que tú, y que quién sabe que. El punto es que esas madres de “Crepúsculo” o el otro… como se llama… “Luna nueva” y esas cosas ni siquiera valen la pena para gastarse sus 200 o 300 varos, porque además los weyes de Alfaguara últimamente se están manchando con los precios, no ameritan el gasto de tiempo en abrirlo y leer ni la página legal. El pedo es que no manchen debo de aceptar que había ido con un padre a confesar una serie de pecadillos, muchos pecadillos y me dijo: “Hijo de Satanás, lujurioso, pecador y cuantos más insultos profanos se le ocurrieron en el momento, estas poseído por la mente diabólica del príncipe de las tinieblas y que me dicta una sentencia apocalíptica: te chutas los libros de esa vieja para la eternidad, en la madre y yo grite como niña exploradora en peligro: ¡¡¡¡¡NNNNOOOOOOOOO!!!!! Y luego ya me desperté. Me leí algunos fragmentos y me di cuenta que la idea de literatura que premia hoy en las aulas de toda secundaria y bachillerato y cuantos más santuarios de estrogenos, hormonas y feromonas haya, es este descarado engaño, este disfraz de historia vampírica que bajo los colmillos esconde a una escritora retrasada mental, que come cosas Light, para nutrir su cerebro Light, porque le interesa seguir escribiendo historias Light.
Como es posible que estemos consumiendo este tipo de “literatura” que no cubre ni los más ridículos estándares de calidad. Historias donde ya no es necesario esforzarse por imaginar el escenario o siquiera visualizarlo. Ya no hay compromiso ni juego, estos adolescentes no se han dado cuenta de que al sumergirse en esta dinámica se están vacunando contra las buenas letras. O creen ustedes acaso que alguien que mida sus pautas de calidad con el libro de “crepúsculo” algún día disfrutaría de “Rayuela” o de “Pedro Páramo” o “Cien años de soledad”… ni en un millón de años. Esta gente se esta yendo –sin percatarse siquiera- al lado oscuro de la fuerza. Y es que el compromiso que uno abordaba con los libros clásicos ya no existe. Bien conocida es la maldición de que todo mundo cita a los clásicos pero nadie realmente los lee, pero cuando llega alguien y le dice a estos jóvenes de 15 o 16 años: “Mira, imagínate que hay un chavo como tu, que le gusta una chica como la que te gusta a ti, que tiene los mismos pedos existenciales que tu tienes (padres ojetees que no te comprenden, no tienes el coche que te late y para acabarla de chingar eres virgen), y que va a una escuela como a la que tu vas, la única diferencia entre ese wey y tu… es que ese wey tiene colmillos y le late andar chupándosela a cualquiera que se deje”. Pues no mamen, cualquier retrograda se siente identificado con esa historia, si nada más porque en todos lados veo que la escritora es la Meyer esa, porque les juro que si me la cuentan en la calle, juro que es la nueva novela de Karla Estrada.
En fin, mis ociosos lectores, espero ustedes no estén atrapados por esa cultura Light que tanto nos esta jodiendo en todos los sentidos, que no se hayan dejado absorber por esa idea EMO-dializada y pendeja de ver la vida. Pero de los “emos” hablaré en otra ocasión, vaya a ser que hiera algunas susceptibilidades, ya ven que de todo se quieren morir los tarados estos. Pásenla chido, y si alguien tiene otra opinión sobre estos libros, no deje comentarios, seguramente ya esta impregnado de esta absurda idea de literatura y no me gusta perder mi tiempo leyendo sandeces como a ustedes, que leen estas pendejadas que escribo.
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