sábado, 24 de julio de 2010

Telemaquía


Dondequiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae. Ya se trate de héroes o rufianes.

Estoy atado por el cuello a la teoría de esclavos esculpidos en la más antigua de las estelas. Soy el guerrero moribundo bajo el carro de Asurbanipal, y el hueso calcinado de los hornos de Dachau.

Héctor y Menéalo, Francia y Alemania y lo dos borrachos que se rompen el hocico en la taberna me abruman con su discordia. Adondequiera que vuelvo los ojos, me tapa el paisaje del mundo un inmenso paño de Verónica con el rostro del Bien Escarnecido.

Espectador a la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero estar de parte de ninguno. Porque yo también soy dos: el que pega y el que recibe las bofetadas.

El hombre contra el hombre. ¿Alguien quiere apostar?

Señoras y señores: No hay salvación. En nosotros se está perdiendo la partida. El Diablo juega ahora con las piezas blancas.
Telemaquía
Juan José Arreola

sábado, 17 de julio de 2010

Entre plástica y café


Hace unas semanas, me encontraba en la ciudad vecina de San Luis Potosí visitando viejos amigos, entre ellos, a la pintora Verónica Elías -de quién, más temprano que tarde les hablaré, pues bien vale un texto entero, todo lo que en la cercanía de la frecuencia sabe que le admiro y que pronto haré público-, pero en este momento quiero hablarles de otra persona, que en esas taciturnas charlas de café, en el estudio de la Elías, se suelen tener entre la bastedad de su obra y sí, siempre con el mismo disco de Sabina. Recién había terminado una exposición retrospectiva de su obra, a la cual asistí de último momento y casi de sorpresa y que motivó la visita de distintas galerías y por la tarde noche, el ya mencionado café en el ya mencionado lugar. En algún momento entre visiones Borgianas y noticias de telediario, salió a relucir el tema de la plástica contemporánea en México, de la cual me declaro apenas informado, y entre nombres y opiniones, surgió uno que en lo particular desconocía: Arturo Rivera.

Este hombre, que en un tiempo que hoy pertenece al anclaje de la memoria fuese maestro de Verónica, me aniquiló apenas miré las primeras páginas de los libros -con tal incredulidad en mi rostro, el dulce desconcierto y la absorta contemplación de lo nuevo- que la Elías me alcanzó. Poseedor de trazos vehementes, que de inmediato me remitieron a Julio Ruelas, Goya (que no es poco decir) y Francis Bacon (de quién por cierto Cortázar escribiera un ensayo bellísimo titulado "Para una crucificción boca abajo", Papeles inesperados, Alfaguara, 2009. pp.: 403-406.), acaso en algunos momentos, mejores.

Imagen tras imagen, mi hambre voraz clamaba por esa violencia vertida sobre papel que retrata telas, madera y cuanta-más superficie servía de recipiente de dicha genialidad. Senderos de óleo y acrílicos que conducen a páramos surreales y no menos atáfagos. Las figuras, en ocasiones con la precisión de una fotografía, otras con la severidad de una autopsia sobre una mesa de comedor; el contraste de su profunidad de planos con colores solidos, lo proveen de un lenguaje propio -técnica impecable-. Características que inundaron de preguntas mi famélica concepción del arte. Desde una última cena, conpuesta de intelectuales descuartizándose, como académicos pendencieros en encuentros de regodees, pasmosa e inexorable regodees; hasta conejos crucificados, mujeres de rostros aterradores, cerdos hipnóticos y más de una vez, su rostro trémulo al borde del-abismo-que-te-mira-que-lo-miras. Su obra -extensa por cierto- trasciende el valor estético, los gustos personales; reta, no permite exentarse del juicio, capaz de inquietar al espíritu más apático: categórica.

Desde ese día en el estudio de Verónica, no he sido capaz de retirar las retorcidas imágenes que pueblan mis pensamientos. Dejé de escribir por unos días, sabedor de que ese descubrimiento, llenaría de sangre acrílica mis páginas y en lo único en que pude pensar para exorcizar esa necesidad, fue en este espacio. Los cafés no cesarán con la Elías y ahora, estarán endulzados de inacabables preguntas sobre la obra de su maestro, a quién no desmerece en lo absoluto y a quién hoy admiro, con la certidumbre de una inexplicable sensación de búsqueda finiquitada.

sábado, 10 de julio de 2010

Manuscrito publicado

Pues bien, esta vez voy hacer algo un poquitín falto de ética, que es, autopublicitarme, digo todos los que tenemos blogs y esas madres no hacemos sino autopublicitarnos, suponer que tenemos cosas que decir y suponer sobre todo, que a alguien le interesa, pero en fin. Resulta que desde este pasado 1 de julio, salió en la revista Narrativas, un texto de mi autoria titulado "Manuscrito hallado a la orilla de una oreja que sangra".
Un poco de historia, yo conocí esta publicación gracias a un apreciado amigo, José Antonio Lozano "jaloza", escritor español, a quien sigo de manera frecuente en su blog www.jalozadas.blogspot.com, en el cual en un par de ocasiones habló de textos que había publicado en esta revista y me dí a la tarea de revisarla. Encontré que es una revista de verdadera pluralidad en las letras hispanoamericanas, pues descubrí textos de autores, españoles, nicaragüenses, argentinos, chilenos, venezolanos, mexicanos, etc. Textos de gente bastante diestra en temas de letras, escritores con una carrera formada y escritores en formación y pues nada, me decidí a enviar un texto, que adelanto, forma parte de un libro de cuentos, el cual espero, salga a finales de este año o principios del siguiente. Al cabo de unas semanas me respondieron con la sorpresa de que mi texto había sido seleccionado para su publicación, mismo que me me había cansado de mostrar en publicaciones locales. No es este el lugar para despotricar sobre lo amafiadas que están las publicaciones literarias en México, y no lo voy hacer. Este es texto que tiene el objetivo celebrar revistas con tal apertura, no digo esto por la tentación gratuita de que hayan seleccionado un cuento de mi autoría, sino por el evidente apoyo que tiene todo el cuerpo editorial de Narrativas, para con los escritores.
Sin más, les dejó el link de la revista, para que la descarguen de manera gratuita en formato pdf, y espero, puedan pasar después por aquí, a dejar sus opiniones sobre el manuscrito.

sábado, 3 de julio de 2010

Los Precaristas

Vamos a ver, ya una vez liberado de los autoazotes de la semana pasada y un poco en el cumplimiento cabal de hablarles de la novela Los Precaristas, aquí andamos como cada semana. En esta ocasión me resulta extrañamente placentero platicarles de un escritor que no existe y particularmente de un libro que tampoco existe. No hay ningún misterio detrás de mis palabras, ni mucho menos la intención de generar escepticismo en ustedes que ahora leen estas líneas, aunque si existe un velo interesante dentro de lo que les voy a contar. Sin más, entremos de lleno en el tema.
Alejandro Iñigo es un periodista, ensayista y novelista mexicano. Nació en la ciudad de México en 1936, en su papel de periodista, entrevistó a varios personajes importantes de la talla de Fidel Castro y la reina Isabel. Por ahí ganó un galardón por su primer novela, titulada Emilio, en 1979. Un año después publica Los Precaristas y eso es todo. Bueno, esta breve introducción del autor es lo único que existe en la red sobre él, y es en un diccionario de escritores mexicanos, lo que nos lleva a dos cosas, uno; que el internet no lo sabe todo (nada nuevo) y dos; que es sumamente extraño que un periodista con su talla, de pronto haya desaparecido. Esto último no lo digo en sentido literal, no lo mandaron matar ni nada por el estilo, simplemente desaparece del terreno literario y periodístico. Todo lo que sigue son meras especulaciones que me han llegado, primero por quién me habló por primera vez del libro y dos, por lo que me he enterado con los vendedores de libros viejos o usados en donde he tenido la fortuna de encontrar 4 copias del libro, del cual solo me quedán dos. Lo que se supone es que la llegada de Los Precaristas causo un gran revuelo entre los altos funcionarios y políticos de cierta élite en el país al grado de que la única edición del libro (2000 ejemplares) fue retirada de las librerías y jamás se reedito, por supuesto sin contar todos los ejemplares que si se alcanzaron a vender y que suponen ser los únicos que existen. Editorial Grijalbo la retiró de su catálogo y todo lo que sigue es que el libro, simplemente no existe, más allá de una escueta mención en el mismo diccionario de escritores y una copia a la venta en línea. Tengo la certeza de que hay otra copia en la biblioteca pública de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, lugar en donde lo leí por primera vez y espero nadie se haya robado. Les cuento entonces un poco sobre un libro que, de antemano sé, será difícil encontrar, pero si lo logran, no dejen de revisarlo y ustedes juzgan si se sobre-reacciono. Digo, es evidente que sí, nadie puede desaparecer un libro nada más porque sí. Otra vez, esto bajo el supuesto de que sea verdad, insisto, todo es mera especulación.
Los Precaristas es una historia, que bien cabe dentro del género de ciencia-ficción, cosa que de entrada en México es inaudito, nadie trabaja este género tan poco valorado, y nos cuenta la historia de un niño, de nombre Juanito, que de pronto se ve en una travesía muy interesante. Primero hago un parentessis (sin ánimo de lucro), todo la historia que nos van a contar sobre este niño tiene un inicio muchos años antes, cuando en el mundo se empezaba a dar una idea de globalización económica, dominada por un grupo de 8 superpotencias, que buscaban apoderarse de las mayores reservas de petróleo en el mundo, cosa que evidentemente logran a partir de guerras sin sentido. Bueno, una vez dado un quiebre económico mundial, los países llamados del tercer-mundo, se unen, y con una serie de científicos logran crear una bacteria llamada oleovita, que tiene la característica de devorar todos los nutrientes del llamado oro negro, dejando como resultado solamente, agua negra. El mundo entra en una crisis energética de proporciones inconcebibles, y ante la inútil respuesta de volver a la energía con vapor, dadas las necesidades de una sociedad consumista y globalizada, el grupo de los grandes, deciden dar el paso a la energía basada en el plutonio y el uranio. En pocos años el planeta queda reducido a un hermoso amarillo monóxido-de-carbono en el cielo y la fauna y la flora son condenadas al recuerdo. En pocas generaciones la población mundial, sufre mutaciones genéticas, para adaptarse a los cambios de contaminación global y las nuevas necesidades. Se crean nuevas guerras, claro, ahora por la comida. Es entonces que un país llamado China, surge como superpotencia y toma el nuevo control económico global. Es aquí cuando entra en escena Juanito, en medio de esta nueva humanidad. Juanito es un precarista, una modalidad de seres humanos que respiran monóxido de carbono, que son sordos de nacimiento y que la población de precaristas a la que pertenece, que no es ni un tercio de los precaristas que hay en el país, haciende a los 28 millones, tan sólo en el valle de México. También existen otras especies, como los hombres-térmita y unas especies de hombres-pez. Toda su travesía comienza cuando la policía asesina a su padre y se encuentra solo en el mundo, con tan solo 10 años de edad. Huérfano de madre desde el nacimiento, emprende una travesía por el país, en busca de lo que un anciano, conocido de su padre, le había dicho que era el cielo azul y las estrellas. No me atrevo a contar más, puesto que he contado lo suficiente, y espero puedan encontrar este libro y disfrutarlo por ustedes mismos.
Usualmente suelo poner en esta especie de reseñas una foto del autor y una imagen del libro, por razones evidentes, esta vez no lo haré. Pero no quiero terminar esto sin antes compartirles la primer página del libro, que a continuación transcribo. Por cierto, esto es una advertencia que espero sigan al pié de la letra. Si se encuentran con el libro, es de pasta amarilla y bastante feita la portada, no lean bajo ninguna circunstancia, la contraportada del libro. Los idiotas de Grijalbo, escribieron el final de la historia ahí. No una parte del final, las últimas lineas, el último párrafo, las palabras finales, eso es lo que esta en la contraportada, háganme el favor, a que idiota se le ocurre. En fin, aquí un fragmento de la primer página:
-¿Qué es patria?-, pregunta el niño al padre que acaba de matar a un hombre por la posesión de un descanso de escalera en lo que fue un antiguo almacén de ropa.
-Esta porción de espacio que hemos ganado para vivir.
-¿Y ese cuchillo?-, insiste el niño mientras el padre limpia la hoja ensangrentada.
-Es la justicia.
-¡Ah!-, dice el niño.
-¡Ay!-, exclama el padre con amargura.
Media hora después irrumpe la policía. Desaloja el inmueble con bastones eléctricos. A los que mueren pisoteados se los llevan en camiones a rellenar las barrancas para nuevos fraccionamientos.
Son los que pierden la oportunida de ir al cielo por los tiros de las chimeneas de los hornos crematorios.
El niño se quedó sin su padre. Y sin su patria.
Pero ya aprendió la lección: un patriota es el que gana un descanso de escalera, acuchillando a otros hombres.
El niño se llama Juan. Tiene diez años de edad y nació en un viejo taxi modelo 85, abandonado en la 20 de Noviembre por falta de gasolina.