sábado, 26 de junio de 2010

Las psicosis de las zoociedades


Ahora que el mundo esta recién pintado, dice una canción de Joaquín Sabina y me la robo a propósito de lo que sucede en un planeta dedicado y devoto al futbol. Sabina dice que el mundo está, efectivamente recién pintado, más nunca me aseguro que la pintura o el color me gustaría. Este no es el espacio para hablar de futbol y no lo haré, es simplemente el pretexto, quienes me conocen, saben de sobra que soy un ferviente aficionado a este deporte y que disfruto mucho sentarme a discutir sobre él, pero insisto este no será el caso. ¿Por qué entonces estoy metiendo esto aquí?, pues simplemente porque nadie se da cuenta que el mundo sigue girando y que los giros del balón no coinciden con los del planeta. En este lado del mundo (se que es en todos lados, pero a mi no se me da eso de la omnipresencia) nos esta cargando la chingada. Hace unos días, llegó la noticia de que el presidente Osama... perdón, el presidente Obama había reconocido que el desastre petrolero ocurrido desde hace ya dos meses (22-abril) era el más grande de la historia de los Estados Unidos. Primera reflexión, es evidente que en el discurso, estos retrogradas, retromoralistas, retro-su-chingada-madre, ya tienen es su programación neurolingüística, la idea precisa de que Estados Unidos es el mundo. Estamos frente a un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad y a mi no me parece ninguna coincidencia, ni siquiera "mala suerte" que lo hayan provocado los gringos, a mi me parece hasta profético, pero eso es problema mío. Aquí el asunto es los insuficientes esfuerzos que se están haciendo y el bloqueo de la información (nada nuevo bajo el sol). Hasta cuando vamos a aceptar, liberándonos de nuestras enormes apatías, que si bien el pedo lo empezaron los gringos, no es hora de crucificarlos, ya tendremos tiempo para hacerlo y prometo solemnemente que todos tendremos nuestro lugar asegurado para tirar las piedras suficientes, y si es momento de que se unifiquen esfuerzos. Puta madre, nunca me he caracterizado por ser ecologista ni mucho menos, para eso tengo a un gran amigo, Emanuel Galera, biólogo de profesión y que lleva con gran éxito desde hace muchos años un proyecto ecológico de rescate importatísimo en La Paz, Baja California, que se la pasa chingue y chingue cada que lo encuentro en el messenger, con que ahorre agua, que salve al delfín y que vote por el peje. Si a alguien le interesa puede revisar su blog donde informa puntualmente los avances y proyectos que hace http://www.concienciamexico.blogspot.com/, hecho el comercial, repito, yo no soy de esas personas, nunca lo he sido y agradezco que las haya, así puedo sentarme a leer y a escribir cuanto quiera sin preguntarme que va a pasar con la ballena, pero aceptemos que esto se sitúa por encima de cualquier ignorancia, de cualquier desinterés. Puta madre, son 18 agujeros, no el mismo pinche hoyito que pasa en los noticieros, ¡¡¡son 22 millones de galones diarios!!!... desde hace dos meses. Por el glamour de Dios, dejémonos de tanta pendejada, México no va a ganar la copa del mundo, y aún así fuera, es futbol puta madre, ni 300 Messis valen la pena, tampoco me doy golpes de pecho y me desgarro las vestiduras con frases hechas: pan y circo. También la contraparte, autoproclamada intelectual, se pasan de pendejos y son igual de azotados. Tampoco pasa nada si quemamos El Quijote y nadie más lo lee. No estoy comparando el mundial de futbol con los congresos literarios, sino a la gente ignorante que va a unos y los ignorantes de meñique erecto que van a otros. Lo único que si no podemos negar, es que cuando vuelen las bombas, ni el Real Madrid, ni la selección de Brasil, ni la música de Bach, ni la pintura de quien ustedes gusten y manden, nos van a salvar, y a todos por igual, nos va a cargar la chingada.


La semana entrante, prometo quitarme lo azotado y les platicare de una novela maravillosa, de un escritor y periodista mexicano, Alejandro Iñigo, titulada Los Precaristas. Hay quienes, la han situado dentro del genero de la ciencia-ficción, yo digo que es casi-historica-profetica. Se cuidan y llevensela leve, que Al Gore nos esta cuidando, con su liga de la justicia en la que incluye al poderosisimo Leonardo DiCaprio y otros weyes más. También está el gordito de Michael More, ambos cuentan con un Oscar que le arroga poderes a cada uno para... para... pues será para pavonearse, porque fuera de eso, bueno también sirve de tapón de cu... hay nos vemos luego.

sábado, 19 de junio de 2010

Saramago y Monsivais

Una jornada dolorosa sin duda. El día de ayer nos despertamos con la dolorosa noticia de la muerte de José Saramago (18-06-10), tras sufrir un par de años de leucemia. Mi relación con la obra del escritor portugués fue muy accidentada, todo comenzó con la lectura temprana de una de sus novelas más celebres, El evangelio de Jesucristo, obra que en su momento no supe apreciar y que me llevó a alejarme durante mucho tiempo de él. No fue sino varios años después, que hojeando una antología de cuento portugués que no recuerdo como llegó a mis manos, que me encontré con un cuento que hizo renacer en mí el deseo de buscar algo sobre él. Afortunadamente, puedo decir hoy, en ese momento llegaron a mis manos dos libros de los cuales hoy tengo en mayor estima, El hombre duplicado y La Caverna, textos que hicieron que apreciara de una buena vez y para siempre a este gigantesco escritor. La verdad es que no tengo ganas de escribir una larga letanía sobre lo que perdemos y sobre la personalidad que fue, su postura política y sus galardones, sólo sentí que tenía la obligación de decir algo.


Y mientras transcurría todo esto, llega la noticia de la muerte de Carlos Monsivais, una de las figuras más reconocidas en México, intelectual indispensable y de carácter siempre polémico, Monsivais gozaba de un prestigio y de un gran respeto aun entre sus más grandes detractores. Periodista, ensayista, amante de los animales y sobre todo, cronista de el proceder del mexicano en sus más hondas texturas. Entre sus obras más destacadas están Escenas de pudor y Liviandad, Sin límite de tiempo con límite de espacio y El 68 la tradición de la resistencia. También multigalardonado, dentro y fuera del país, el mundo pierde un gran crítico y defensor de las ideas, poseedor de una imaginación de proporciones desconocidas.




Descansen en paz José Saramago (16/11/22 - 18/6/10) y Carlos Monsivais (4/5/38 - 19/6/10)

sábado, 12 de junio de 2010

El mundo del sexo



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La vida avanza, ya actuemos como cobardes o como héroes. La vida no impone otra disciplina, apenas la comprendamos, que el que la aceptemos incuestionablemente. Todo aquello a lo que cerramos los ojos, todo aquello a lo que huimos, todo lo que negamos, denigramos o menospreciamos, acaba por derrotarnos. Lo que parece nauseabundo, feo, malo, puede transformarse en fuente de belleza, alegría y fuerza con sólo que lo afrontemos con espíritu abierto. Todo momento es dorado para quien posee capacidad de visión para reconocerlo como tal. La vida es el ahora, es este momento, sin que para nada importe que el mundo esté poblado por la muerte. La muerte sólo triunfa sirviendo a la vida. […]
Si nos detuviéramos a pensar en la incesante actividad que da forma a la tierra y los celos, ¿nos entregaríamos acaso a pensamientos de muerte? Si comprendiéramos cabalmente que aun en la muerte esta frenética actividad prosigue incesante e implacablemente, ¿acaso nos frenaríamos a nosotros mismos de algún modo? Los dioses antiguos vinieron a la tierra para mezclarse con la especie humana, para fornicar con los animales, árboles y hasta con los mismos elementos. ¿Por qué no nos damos plenamente? ¿Acaso tememos perdernos? Hasta que no nos perdamos no tendremos la oportunidad de encontrarnos. […]

El mundo del sexo
Henry Miller

lunes, 7 de junio de 2010

Otra de vaqueros

Por fin puedo mostrar lo que desde hacía semanas tenía ganas. Pues resulta que estuve repasando alguno de los escritos que he hecho y que por una u otra razón se han ido quedando empolvados en el camino, y me encontré con este pequeño texto que hice sobre el psicoanálisis hace ya mucho tiempo, en mis años de academia. El resultado fue un ensayo forzado, ha razón de capacidad por supuesto, pero creo que después de una pequeña repasada y corregida, deje un texto menos pesado (petulante), sin duda la distancia de los años ayuda a ver los errores de juicio (nocivo juicio). No ha dejado de ser un texto académico en todas su formas, pero creo que ahora resulta una lectura más ligera que en su versión original. Sé de antemano que ha pesar de los recortes sigue siendo largo, así que si les resulta más fácil, pueden optar por copiar el texto, pegarlo en un documento de Word, y después de leerlo, el indispensable suprimir. La terminología empleada, no deja de ser necesaria, pero si de pronto se torna rebuscado el lenguaje, perdonen la falta, quien no cree que pude hacer algo verdaderamente significativo cuando tiene 20 años. Entonces, si no tienen algo mejor que hacer, o mejor aún, si están leyendo esto de noche y no pueden dormir, seguro esto les quitara el insomnio.

La ética y el psicoanálisis.

Freud y la ética.

Ética y psicoanálisis no constituyen, ciertamente, dos ordenes inconexos, sino interdependientes. Una de las tareas propias y fundamentales de la teoría ética es precisar el alcance de esta relación con el propósito doble de reconocer, a la vez que la inter-dependencia entre ética y psicoanálisis, la necesaria in-dependencia y la irreductibilidad de una esfera a otra en sus dos respectivos niveles: teórico y práctico.
Una de las consecuencias del vuelco revolucionario de la creación freudiana pudiera ser esta confusión de los órdenes y hasta la aparente absorción de los problemas éticos en los problemas psicológicos. Pero en el orden teórico de los problemas más radicales y universales que se plantea la ética está el de poner en cuestión, no ya una moral histórica o una tradición moral determinada, sino los fundamentos mismos de toda moral posible y de toda proyección ética de la vida humana.
El psicoanálisis conlleva una nueva idea del hombre en la cual la condición libre, racional y moral de éste no parece claramente asegurada; en la cual, precisamente, quede abierto el problema de la autonomía de lo ético. Toda problemática teórica de la ética resulta, movida de su lugar, desplazada, desenfocada, cuestionada y en suspenso ante los nuevos problemas planteados por ese mundo “oculto” de los impulsos y deseos inconscientes avizorado por la “psicología profunda” que inaugura Freud.
En definitiva, la interpretación freudiana de la cultura pone realmente en crisis gran parte de los cimientos y de los contenidos de dicha cultura, sobre todo en el campo de la moralidad en general. Y “crisis” implica quiebra, ruptura, estado de suspenso y vació, trance de “vida o muerte” del que cabe esperar, tanto resultados negativos como positivos.
El concepto de crisis es esencialmente histórico y, sólo cobra su plena significación sobre la base del reconocimiento de la constitutiva historicidad de todo lo humano, por lo cual el hombre no tiene una naturaleza inmutable, sino que “va haciendo su ser en el tiempo”; la crisis teórica radica, precisamente en que la ética no tiene del todo asegurado su objeto: en que está cuestionado el sentido mismo de “lo ético” en general.

La crisis contemporánea del sentido ético de la vida.

Lo que se encuentra (y puesto en tela de juicio), es la existencia moral de los hombres, el sentido de “la moral”. La crisis ética del presente es el agravamiento extremo y progresivo de la destructividad, de la violencia, del odio, del estado de guerra generalizado que penetra en las personas y en las naciones, totalizando la existencia.
La crisis contemporánea es crisis de algo más orgánico, más básico e integral: del sentido ético de la vida. La crisis del sentido ético es crisis del hombre mismo, de la posibilidad humanizante por excelencia, que es la moralidad. Asimismo, el sentido de algo se refiere a la dirección u orientación del movimiento; es su rumbo o su ruta, y hasta su íntimo impulso.
Pero crisis no es muerte y ni siquiera implica agonía y necesaria extinción. Toda crisis es un fenómeno negativo del cual son manifestación alarmantes estos signos, incuestionablemente destructivos, de interrupción del sentido moral, de deshumanización y de efectiva amenaza de muerte; pero no por necesidad estos fenómenos tiene sólo consecuencias y significados negativos. La crisis misma puede contener indicios positivos y de ella puede sobrevenir el movimiento opuesto.
¿Pero cuales pueden ser los signos positivos de la crisis moral contemporánea? ¿Qué tanta falsedad y patología de la moral han sido arrasadas en el proceso destructor para que eventualmente puede germinar una nueva y genuina existencia?
Toda destrucción es el momento de una nueva fundación. En distintos contextos, el buen espíritu no puede dejarse aniquilar por la presencia de lo negativo, de la ausencia, de la desolación y de la muerte; que la negatividad misma es ambigua: negativa y positiva, al mismo tiempo; que el ser, la luz, la esperanza son siempre posibles, aún en los limites más extremos de la negación.
Reconocer las tinieblas morales de nuestro tiempo ni implica no vislumbrar los indicios reales de la moralidad latente, las potencialidades de una posible reconstrucción moral y hasta las ganancias efectivas que, en el orden ético, ofrece la civilización contemporánea. Este es el mismo sentido que nos obliga a admitir necesariamente que ninguna esperanza futura, ninguna vida venidera, por prometedora, justa y bondadosa que sea, nos compensa ni nos exime del reconocimiento del mal actual, de la negación del sentido ético, aquí y ahora.

Freud y la crisis. La ambivalencia de la creación freudiana.

El inconsciente coincide, en efecto, con el trasfondo original de la vida, el cual es fuente de todos los impulsos, matriz única de toda la energía. El psiquismo inconsciente está clavado en la naturaleza, naciendo de ella y desde ella; reconocerlo es reconocernos en nuestra condición originara e irrenunciable de seres de la naturaleza; es recobrar nuestra estirpe terrenal, “carnal” e irracional.
El nivel inconsciente pasa a ser en Freud algo equivalente a lo que había sido para la metafísica clásica el orden del “verdadero ser”, como le llamaron los griegos, con las mismas características que éste; el orden de lo “in-temporal” e “in-visible”: la realidad “en sí misma”.
Pero no sólo estas cuestiones “mitológicas” y axiológicas que se expresan pasan de un orden objetivo al fondo de la subjetividad. Implícita hay también en el pensamiento freudiano un giro antropocéntrico en el orden verdaderamente metafísico, es decir, estrictamente ontológico y epistemológico: la prioridad en el orden del ser y del conocer.
Y es verdaderamente significativo ahora en estos términos de conciencia e inconsciente, el viejo prejuicio metafísico del dualismo entre “la apariencia” y “el verdadero ser”: entre fenómeno y noúmeno; sólo que ahora para el psicoanálisis, el noúmeno, el ser “en sí” invisible, no es lo supremamente racional.
De cualquier forma, lo decisivo es que la duda de “las apariencias”, que ha sido la gran constante en toda tradición metafísica, adquiere en Freud una nueva y extrema significación y es aplicable ahora a las expresiones conscientes y racionales del hombre. Ahí en ese reducto último, en esos confines vivenciales, es donde está presente la vida fundamental, según Freud; ahí donde se manifiesta la verdad decisiva del alma humana.
Y este reducto egocéntrico, no sólo es fundamental para Freud, sino cronológicamente inicial en el proceso de la vida humana; o sea, es el núcleo infantil el que remite a las primeras, las más arcaicas o “arqueológicas” experiencias de la vida: las que modelan el psiquismo y quedan ahí indelebles, mientras dura la vida del individuo. Y es que, en definitiva, Freud recae de manera constante en las grandes oposiciones y dualidades de la vida humana: “naturaleza” y “cultura”; “infancia” (pasado) y “madurez” (presente); “individuo” y “sociedad”.
Ante el problema de los contrarios y las contradicciones suelen darse tres respuestas posibles: la primera es la solución “lógica” que, precisamente sobre la base de la “no contradicción” establece la alternativa absoluta: lo uno o lo otro, y la necesaria y reciproca exclusión de los contrarios. Otra respuesta dualista, “antinómica” que reconoce la contradicción como algo insuperable, de manera que ninguno de los dos contrarios pueda excluir al otro: ambos son igualmente presentes, igualmente opuestos sin posibilidad de que la contradicción se resuelva o se decida por el triunfo o la hegemonía de alguno de los contrarios. Ésta sería, justamente, la tercera respuesta: la cifrada en la posibilidad reconciliación dialéctica: de “armonía”, unidad o implicación recíproca de los contrarios. De acuerdo con ésta concepción, los opuestos son relativos uno al otro, de manera que, oponiéndose entre sí, no obstante constituyen una unidad indestructible que es la que explica a todo dinamismo.
Y ésta última es la más frecuente en él, pero no la única manera de dar razón de las dualidades y contradicciones, porque también parecen encontrarse en el pensamiento freudiano las otras dos concepciones.
Ni en éste, ni en otros casos, la posición de Freud es unívoca y simple, sino que, por el contrario, lo más significativo es el carácter multívoco y ambivalente de su pensamiento: tan ambiguo y ambivalente como la crisis misma en la que él está inmerso como parte determinante, y a la vez determinada, de la situación.

Conclusión.

El psicoanálisis freudiano desde su surgimiento no ha dejado de sorprender a propios y extraños. Freud como figura central de la psicología hizo probablemente la aportación más grande a ésta rama de estudio. Por muchos criticado y por muchos considerado el último de los grandes pensadores; lo único cierto en todos los casos, es que nadie puede negar su influencia y su relevancia en la forma que tenemos de construir y de explicar el mundo.
Todo lo referente a la crisis que se muestra, nos trae como resultado un desequilibrio: el de la emocionalidád del sujeto, que repercute claro, en todas las esferas sociales en las que se desenvuelve cotidianamente (social, laboral y emocional). El individuo no es sólo naturaleza, es cultura, es emocionalidád. Y producto de estas emociones, y los mensajes contrapuestos en el psiquismo del mismo (el yo, el súper yo y el ello), hacen que nuestro individuo no sepa como reaccionar ante las diferentes problemáticas que se le presentan. Es en éste sentido, que las respuestas que nos ofrece el psicoanálisis, parecen ser las más acertadas en términos pragmáticos.